viernes, 12 de diciembre de 2025

UN AÑO MUY ESPECIAL


Llega el fin de año y es hora de recordar y de revivir aquellos momentos luminosos que nos ha dado. El que más, sin duda, la boda de nuestra hija. Así vivimos los momentos previos. Momentos literarios  adornados con imágenes que se nos han quedado en nuestra retina, en nuestro corazón. Aquí van, en abierto, por unos días:

16 de abril de 2025


¡SE CASA MI NIÑA!

Yo tengo una niña

que se llama Alicia,

¡y es tan bonita!

que solo con verla

las penas quita.


Yo tengo una niña

y la quiero tanto

quiero todo lo bueno

y nada de lo malo...          ¿recuerdas esta nana?


Aunque aún falta, he preferido hacerte hoy este regalo.

Porque a partir de ahora todo tiene que ser futuro. El tuyo. El vuestro.

¡Brindo hoy por él!


Apuesto porque será luminoso.

Sin duda.

Como un día de domingo.

O como cuando amanece el sol.


https://www.youtube.com/watch?v=dsKq1jsB0HI


20 de Abril de 2025


QUE SE CUMPLAN TUS SUEÑOS

Ali, que se cumplan tus sueños. Las raíces de los sueños son los buenos recuerdos.

Como estos.

De toda la familia.

Un placer todos estos años.

¡Como los siguientes!

Momentos llenos de nervios pero, expectantes y bonitos, que vierto en este diario literario y personal, al menos por unos días.

Ahí van:

https://www.youtube.com/watch?v=Odmi8bXXbSQ


Sí, un año muy especial. No lo olvidaré nunca.



martes, 9 de diciembre de 2025

DOSCIENTAS MIL

 



Acabo de sobrepasar las 200.000 visitas en este blog. ¡Quién me lo iba a decir cuando empecé a escribir en él y no me conocía nadie! Solo hoy he tenido ya 195. ¡Un gran camino recorrido!

Por ello, quiero celebrarlo con mis lectores haciendo algo grande para los próximos días: podéis adquirir cualquier libro de los míos en edición impresa, a mitad de precio que el PVP de Amazon en España, dirigiéndoos a esta dirección de emal: infiserpal@gmail.com 

Deberéis indicar vuestro nombre y una dirección de envío. Os remitiremos el libro a esa dirección y os anticiparé fecha de llegada y justificante del envío. Previo recibo de este último, deberéis hacerme bizzum a un teléfono que os daré, respondiendo a vuestro email.

¡No dejéis pasar esta oportunidad única!









jueves, 4 de diciembre de 2025

AH, EL MAR, EL MAR...

 






Acabo de llegar a Madrid, tras unos días de cura, de sanación, de descanso, de paz, de renacimiento y de siembra de futuro, que todas esas cosas y más es para mí el mar. Yo soy de los que piensan que, sin romanticismo, sin idealización, sin sublimación y sin trascendencia, la vida sería un montón de actos repetitivos y aburridos. Quizás como el mar. Como el fru-frú de sus olas y su movimiento de voy y vengo eterno, pero sin moverse del sitio. Un día tras otro, una noche tras otra. Siempre o casi siempre igual.

Yo sé que el mar es, solo, todo lo que yo le pongo sobre sus olas cansinas y bajo sus fondos peligrosos y oscuros. Pero, es la foto que a mi alma conmueve. Remansa, dulcifica, también rejuvenece, estimula, la llena de vida y, por fin, que es lo importante, la inunda de futuro.

Debe ser el secreto de las aguas, la vida nació hace miles de millones de años en el mar y nuestra conexión con él permanece. Yo he escrito del mar muchas veces. De cuando lo vi por primera vez, aquella deflagración que fue como cuando me tropecé con el primer amor. Lo cuento en Lejos del Sauce Curvo, con las palabras de Germán, su protagonista. Es muy breve, pero resume todo aquello que sentí al verlo, cuando me despertó en el tren su grandiosidad, su luz y los latidos de su oleaje que son, mismamente, como los de nuestro propio corazón: vida.

“Llegó diciembre y yo no había cogido vacaciones en el banco, excepto aquellos dos días en agosto, por aquel medio año que llevaba trabajando, así que me dieron los trece días restantes que me correspondían. No en Navidad, claro, sino del uno al trece, para que no se me olvidara que yo allí era el último, por edad y por antigüedad.
Ya he dicho antes que, casi a mis dieciocho años, yo no había visto todavía el mar, casi me da vergüenza decirlo. Hoy, un chico a esa edad, del mar lo conoce todo salvo el fondo donde está el Titanic.
Eran otros tiempos, a mí me hizo una ilusión tremenda coger el tren Costa Brava, ¡qué nombre tan bonito y exótico, por Dios, me decía, ilusionado! Salía de Atocha a las nueve de la noche y llegaba a Barcelona a las nueve de la mañana del día siguiente, donde mi padre tenía unas tías que me enseñarían Barcelona y sus alrededores.
Nunca olvidaré cuando, al amanecer, descubrí la luz del mar, y sus olas, de un azul dorado, casi salpicaban el Costa Brava que circulaba, paralelo al agua, por el litoral de Tarragona. Fueron unos momentos mágicos e inolvidables. Dignos de haberlos vivido. ¡Solo por ellos merecía la pena haber cogido todos los días el metro para ir al banco y a la universidad!”


En “El día que fuimos dioses” hablo de todo lo que el mar iría significando luego para mí. Álvaro Artola, una vida fracasada, la indemnización del seguro es lo más valioso que puede regalar a las personas que ama, intenta quitarse la misma frente a él, sumergiéndose en su inmensidad. Aunque éste no está dispuesto a permitírselo…

* * * * *

—¿Desde cuándo existe el mar? —se pregunta Álvaro Artola, ahora que ya conoce el secreto de la muerte de Florián y, quizá, también, el secreto de su propia vida, el secreto de todas las vidas—. ¿Desde cuándo el río que nace en la montaña, de la pureza de la roca o del blanco deshielo, va descendiendo y enturbiándose con el légamo pestilente y la basura inmunda hasta llegar, corrupto y podrido ya, al mar purificante? ¿Alguna vez el mar dejará de absorber, de lavar y limpiar tanta podredumbre?
Álvaro Artola mira al cielo. Sabe que las aguas del mar, cuando se evaporan, forman grandes nubes que se condensan en las montañas, donde luego nacen los ríos de las más puras y cristalinas aguas y todo vuelve a empezar de nuevo.
—Ah, el secreto de las aguas, de las que todos estamos hechos.

Álvaro Artola se inclina sobre la balaustrada del Sea and Sky Dreamer y mira al mar.
—¿Por qué no aquí y ahora? Estas aguas fueron navegadas y dominadas durante muchos años por los venecianos. ¡Venecia! Ah, Venecia, Venecia... Anegada siempre en agua. La cuna del Renacimiento.
Se queda con esta última palabra que coincide con lo que él lleva dentro.
—Para que algo renazca, primero tiene que morir y dónde mejor que en el mar, cuando empieza el día. El mar, que un día lejano nos alumbró, nos va recogiendo ahora, a todos sus hijos, que regresamos vencidos y, tal vez, fecundos. Como a Fio Yaram, como a mí mismo.
Abrázame, padre eterno / que ya no puedo con mi estrella. / Abrázame, padre bueno / y quítame el alma, que me pesa. / Déjame que repose, otra vez, en tu sueño. / Déjame que me duerma, otra vez, contento...

Entonces, Álvaro se sube a la barandilla de cubierta, cierra los ojos y se deja caer al vacío con los brazos abiertos, como un pájaro. Algún día fuimos aves o, solo peces voladores que, luego, más tarde, conquistaron la tierra firme.
Cuando Álvaro entra en el agua, fría pero estimulante, siente que regresa a un mundo que ya conoce. Abre los ojos mientras desciende y la luz se va apagando lentamente, allá arriba. Pronto, en la oscuridad más absoluta, él se dormirá en el regazo marino para descansar de su intenso viaje. Luego, se irá deshilachando en pequeñas briznas de vida, cada vez más diminutas, hasta disolverse enteramente en la corriente de energía que navega entre las aguas.
—¿Recordará algún niño la luz de mi sonrisa / cuando me haya ido? / ¿O, tal vez, susurrará mi nombre la brisa / cuando mueva los geranios, hasta alcanzar tu oído? ¿Notará alguien en su corazón / como un latido extraño / un lejano eco / un poco de vacío? ...
Cuando por fin, reducido a casi nada, ascienda Álvaro de nuevo a la superficie con la evaporación del agua, habrán pasado ya muchos años, solo unos pocos minutos marinos. Y, tal vez, diluido en unas nubecillas de vapor, será, entonces, arrastrado muy lejos por el viento. Quizá hasta las altas cumbres de la Sierra de Navacerrada, donde su familia suele esquiar en invierno.
—Eso es posible, ¿por qué no? Ver corretear, hecho nieve, a tus nietos y abrazarlos mientras resbalan en el blanco suelo.
O, tal vez, será empujado hacia oriente, en medio de las altas corrientes que chocan contra los Himalayas. Un poco más al sur los monzones riegan los valles del Yom y del Ping donde una joven huérfana, ingeniero agrónomo, de nombre Tashmina, quizá estudiará, con ahínco, cómo fertilizar más adecuadamente aquellas lejanas tierras.
Incluso le parece ver mientras desciende, a través de la neblina de las aguas, a Fio Yaram, a su querido Florián, que se acerca sonriente. Alguna vez pensó que todos los tailandeses parecen iguales, pero eso debió ser, piensa ahora, hace muchísimo tiempo.
—Sí, es sin duda Fio Yaram, qué alegría.
Se detiene por un momento en su descenso y es entonces cuando siente el abrazo fuerte y fraternal de Fio y él definitivamente cierra los ojos y se abandona. Se deja anegar por el agua que tanto le fascina y abre todas sus puertas para que lo posea, lo purifique y, ya limpio, lo haga suyo para siempre...

Acaba de amanecer un nuevo día y las aguas de los mares se desperezan estirando sus olas y el sol empieza, otra vez, a mostrar su paleta de colores en un estremecedor silencio. Pero hoy es un día especial y la sirena del Sea and Sky Dreamer silba con toda su potencia mientras los limpiadores de cubierta, que han acudido a su trabajo, animan con grandes gritos a Lee Tao que acaba de lanzarse al rescate de su amigo Artola, al que ha visto tirarse al agua.
Algunos dicen que lo conseguirá, es un gran nadador. Allá abajo nada se oye, solo dos sombras abrazadas se mueven en el mar dormido, en la profundidad de las aguas.


  * * * * *


Muchas gracias, mar Mediterráneo, por abrazarme de nuevo y llenarme de calor y luz para afrontar el final de otro año y hacer, ilusionado y feliz, mis pequeños planes para el año próximo. Que nos sigamos viendo muchas veces tú y yo, uno frente a otro, hablando de nuestras cosas, como hemos hecho siempre.




jueves, 27 de noviembre de 2025

AQUEL PRIMER TRABAJO

 




Hace unos días, volvimos a reunirnos casi cuarenta compañeros que trabajábamos juntos hace cincuenta años en el Servicio Extranjero del antiguo Banco de Bilbao de la plaza de Sevilla. Fue mi primer trabajo, yo era de los más pipiolos, apenas 17 años. Entré en un departamento donde había 10 chicas, casi todas casadas y tres chicos, los más jóvenes, todos solteros. Fue una escuela para mí, lo cuento, muy literaturizado, en Lejos del Sauce Curvo. Tres de aquellos compañeros son los que estamos en esta foto, yo de hecho entré el día en que se casaba ella, gran amiga y medio vecina ahora. Con este compañero iba yo a los archivos del banco en Leganés a encontrar documentación antigua comida por las ratas, y luego de aplaudidor contratado a los teatros madrileños, también lo cuento en mi novela. Me dijeron que aquel encargado del archivo, tan singular, que también aparece en mi libro, ya ha muerto. Así como el jefe del departamento, al que yo llamo en la novela el señor Bermúdez, que murió hace cuatro o cinco años y alguna compañera de aquellas también. Otra, me contaron que estaba en una residencia con alzheimer y ya no conoce ni a sus hijos. En fin, ¡cómo ha pasado la vida y se ha llevado ya a algunos de aquellos primeros compañeros tan entrañables! Fue un placer, como siempre, volver a vernos, cada vez con más goteras, cada vez más viejos, pero, todavía resistiendo y recordando.

Terminé por fin de publicar mi Trilogía del Sauce Curvo, precisamente, estos días. Donde aparecen, dispersos y literaturizados, no pocos de mis amigos y compañeros de entonces. Uno ya va teniendo una edad en la que le gusta ir dejando ordenadas las cosas. No es una trilogía que vaya a tener mucho tirón de momento, mis actuales lectores ya han leído todos o alguno de estos tres libros y  en su caso querrán completarlo de forma individual con otro u otros. Y para un nuevo lector empezar con una trilogía, así, de golpe, es mucho bocado. Así que lo he hecho mayormente para mí, aunque a la gente de mi pueblo también le haga ilusión ver estos tres libros en uno, más que nada para verlos, como digo, más que para leerlos de nuevo  porque ya los han leído. Sí, a cierta edad a uno le gusta ir dejando ordenadas sus cosas, y a un escritor su obra.

Ha sido un gran esfuerzo y, luego, además, me he tenido que meter de hoz y coz con otros temas menos literarios y más prosaicos, pero quizás más perentorios y materialmente más provechosos, como poner en orden mis finanzas y mis temas fiscales, el año ya termina y hay que gestionar bien todas estas cosas. Así que he terminado exhausto y he convencido a mi mujer para fugarnos los dos a nuestra cabaña de Alicante, que luego llegan las Navidades y sus ajetreos y hay que estar descansados.

Sí, de vez en cuando necesito ver el mar. Hablar con mi confidente que tan bien me entiende. Recargar las pilas. Volver a soñar. Sentir cómo me cuida mi wife que allí no tiene ojos para nadie más. En fin...

Así que me escapo del mundanal ruido como tantas veces. A la vuelta me espera mi nuevo libro "Destellos", aunque puede que lo deje para enero y me dedique estas vacaciones a ver a gente que he postergado durante muchos meses y a disfrutar de la visita de mi hijo que viene a pasar las Navidades. Sí, me escapo otra vez, y tantas veces como pueda....

Hice un poema hace algún tiempo sobre estas escapadas. Ahí va:

ESCAPAR

Si fuera posible
atravesar esta oscuridad.
Si fuera posible
huir de esta prisión,
escapar.

Romper estos lazos invisibles,
elevarme sobre la ciénaga,
poder volar.

Ir atrás en el tiempo,
si fuera posible,
volver a respirar.

Perderme entre la gente,
sin rastros del pasado,
vivir como un niño,
volver a empezar.

No me digas que sueñe,
que cree mundos nuevos,
que me vuelva a levantar.

Sólo quiero cerrar los ojos,
apagar la luz,
de este desván.

Solo quiero ser libre,
con otras cadenas,
en otro lugar.

Volver a ser cobarde.
Perder la cabeza de nuevo,
que sea otra vez lunes
…y escapar

Solo quiero eso,
escapar de aquí, contigo,
huir los dos muy lejos
y buscar el mar.



domingo, 23 de noviembre de 2025

¡¡POR FIN!! LA TRILOGÍA DEL SAUCE CURVO

 

Me lo había pedido mucha gente. ¡Y por fin está!

Disfrútala en AMAZON: https://shorturl.at/joX5j 

Las tres novelas sobre EL SAUCE CURVO ahora en un solo libro, tanto en digital como en edición impresa. 



Conoce cómo es Sacecorbo, El Sauce Curvo, hoy: https://youtu.be/zgDVnjYkWt8

jueves, 20 de noviembre de 2025

EL OFICIO DE ESCRIBIDOR

 



     Me gusta esta palabra de escribidor. Vargas LLosa la utilizaba mucho, incluso tiene una novela que la incluye en su título: "La tía Julia y el escribidor".

     El oficio de escribidor es un trabajo solitario. Pero, que siempre busca compañía, como el escribidor de Vargas LLosa con su tía. O, como todos los escribidores con sus lectores, detrás de los cuales hay gente que ellos han conocido o, tal vez, que sueñan con conocer, o, simplemente, con ellos mismos, la mejor compañía que hay, sin duda.

    Todo esto para decir  que ando ahora pergeñando la Trilogía del Sauce Curvo, ¡Por fin!, ¡como me había pedido tanta gente!, en un solo libro impreso y en una sola copia digital. Yo soy como el hombre orquesta, pienso las historias, escribo los libros, los edito, hablo con mi portadista para las cubiertas y los acerco a mis lectores. Cuando te jubilas, normalmente, es el momento de mayor cénit profesional. Yo tenía directores a mi cargo, decenas de empleados, secretaria, se puede decir que, en sentido estricto, yo no hacía nada. Orientar, motivar, mandar y asumir responsabilidades, claro.

     Ahora estoy yo solo, como todo escritor frente a su obra. Y, puedo decir que no lo cambio por nada. A lo mejor lo justo sería decir que: no lo cambio por nada, después de haber trabajado tan intensamente  para otros en otros ámbitos. Qué más da. Cada uno es hijo de su destino. Y el mío es, siempre lo fue, vivir escribiendo. Jugar con los mil espejos de tus personajes, para no desnudarte tú ni siquiera ante ti mismo, sino solo jugar al juego de la vida imaginada, soñada, pensada, donde nada es lo que parece, y todo podría ser verdad. Donde creas un mundo en el que nadie muere, en el  que nadie mata realmente, ni los más villanos siquiera. Donde las mujeres se adueñan de tu corazón y a veces hasta te lo devuelven. Donde demuestras que otro mundo distinto al que tenemos es posible, solo hace falta pensarlo, imaginarlo, desearlo, amarlo como tú a tus personajes. Esa es la gran utilidad del escribidor: dibujar otros mundos y ofrecerlos a los demás. La literatura solo es un desahogo ante tanta crueldad y basura que nos rodea. La literatura solo es un sueño, que nos permite dormir al menos ocho horas para pencar luego las otras dieciséis. Sí, el oficio de escribidor no es tan solitario, ni tan triste, ni tan inútil como parece.

Puede que mi próxima novela la publique una gran editorial, o no, si no me dejan estar yo solo, como siempre, frente a mi obra. La rica soledad del oficio de escribidor.

Hace algún tiempo yo escribí de él, de este oficio, del mío. Ahí va:


EL OFICIO DE ESCRIBIR Y LOS TUPPER SEX

Si a uno no lo moviera la pasión, diría que el oficio de escribir es un trabajo duro, austero. Solitario. Hace falta luchar con denuedo contra la pereza, contra la desmoralización, asumir la falta de alicientes y recompensas en el corto plazo. Y, en este mundo en que vivimos, donde todo el mundo anda buscando la satisfacción inmediata, eso no se lleva. Hace falta una voluntad férrea para dedicarse a escribir.

Pero yo, si no lo hiciera, sería como vivir amputado de una parte esencial de mí. Escribo porque disfruto haciéndolo. Así de sencillo. Así de perentorio, también. Los escribientes somos una especie de adictos a la droga de expresarnos con las letras. Peregrinos del camino de la tinta. Buscadores utópicos de aquel lector donde resuenen nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Avaros de encontrar el tesoro que encierra la explicación del mundo. O, tal vez, solo de nosotros mismos.

Sí, escribir es un oficio solitario. En el momento de la creación, por supuesto. Pero, también, luego, cuando el libro llega al lector y este lo lee en su habitación, o en el metro, o en el rincón de un parque hermoso, cuando hace buen tiempo. El lector se queda con el elixir de tus letras y tú, en la anónima distancia, con la esperanza de que a alguien le cambie la vida a mejor cuando te lea, o de que el mundo sea algo más interesante tras tus escritos. De que tu tiempo solitario, por fin, haya resultado útil.

A mí, que seguro que tengo un ego de autor tan grande como el que más, me gusta pensarme, sin embargo, como un autor de minorías. Íntimo. Aquello que decía Umbral: disfruto pensando cuando estoy en la mente de alguien (de una mujer decía él, siempre tan dandy).

Quizás esa sea nuestra única recompensa. Amazon tiene un sistema de lectura por suscripción. Pagas una cantidad mensual y puedes leerte los diez libros que quieras. En este sistema, a los escritores nos pagan los derechos de autor, no por libro descargado, sino por páginas leídas. De tal forma que el autor puede ver online, las páginas que se están leyendo de sus libros en cada momento.

Esa es una sensación muy placentera. Porque se crea una comunidad virtual en la que te unes a los lectores que en ese instante están disfrutando de alguna de tus obras. La inmensa mayoría de mis lectores son personas a las que no conozco, algunos, cada vez más, me hacen llegar sus opiniones por las redes sociales o más personalmente a una dirección de email, y me encanta ese contacto, pero del resto no sé absolutamente nada. Sólo los observo cómo pasan las páginas de mis libros. Y nos sentimos unidos así, de esta forma tan especial. Son las pequeñas recompensas del oficio de escribir.

Hoy, precisamente, tecleo estas líneas porque acabo de recibir una llamada de mi librería de Guadalajara: las bibliotecas de la provincia les han pedido medio centenar de libros de "Poesía, vida mía". Creo que, en mi reducto más esencial, yo solo soy un poeta que escribe también de otras cosas. Por ello, esta antología es uno de mis libros más queridos, aunque mis lectores prefieran el suspense, el drama o la novela romántica, que de todo escribo, porque para mí no hay géneros buenos, sino solo obras buenas.

Así que sueño con que alguien en un pueblo olvidado, una tarde lluviosa, se acerque a las estanterías y pida este libro que escribí durante muchos años. Solo con pensarlo me encuentro ya recompensado. Aunque sea solo un instante.

Porque, justo después de esta llamada, recibo otra: me acabo de comprometer con la productora Tus Ojos para enviarles mañana dos secuencias para el guión "Hoy es todavía". Una es dolorosa, versa sobre el maltrato a mujeres, pero la otra es una reunión de un grupo de estas con una experta para conocer  lo último en juguetes eróticos y prácticas sexuales: los famosos "tupper sex". 

 Así que me tengo que poner al día, mira tú por cuánto.

 ¿Quién dijo que escribir no era divertido y tenía sus recompensas?

Un abrazo, queridos lectores. 


www.franciscorodrigueztejedor.com


domingo, 16 de noviembre de 2025

LOS RETOS DEL MUNDO QUE VIENE: ¿HACIA UNA NUEVA FAMILIA O AL FIN DE LA MISMA?



Decía Confucio, el gran pensador chino, hace 500 años antes de Cristo, que “la fortaleza de una nación deriva de la fortaleza de cada uno de sus hogares”. Y uno de los emprendedores más brillantes del siglo XX, Lee Lacocca, remarcaba: “La única roca que conozco que se mantiene constante, la única institución que funciona, es la familia”. ¿Pero no creen ustedes, que la familia actual, como todo, está sujeta a revisión? ¿Serán las familias de los próximos años parecidas a las actuales? Y aún más: ¿Existirán las familias?





Para contestar a estas preguntas debiéramos empezar por respondernos primeramente a esta: ¿por qué existen y son tan importantes las familias? Porque no en todas las especies de animales la importancia de la familia es igual a la de la especie humana. Inclusive, en la mayoría, al poco de nacer los hijos, la familia como tal desaparece, quedando solo, en algunos casos, el papel protector de la madre durante un pequeño tiempo. Y, luego, nada.

El hombre nace prematuro, un niño absolutamente desvalido, y necesita el apoyo de ambos padres durante largo tiempo para salir adelante. La raíz de la palabra familia, viene de fames (hambre), la familia sería pues un grupo de personas que combaten el hambre juntos. Antiguamente el padre se encargaba de la defensa ante los depredadores y de traer comida, mientras que la madre lo hacía del cuidado de la prole y de la enseñanza. Siendo esta última también clave en la justificación de la necesidad de la familia.

Lo explica muy bien el famosísimo autor de Sapiens, Yuval Noah Harari: a diferencia del resto de animales superiores, que nacen como productos terminados (vasijas de vidrio, los llama, que si tratas de moldearlos se quiebran), equipados definitivamente con sus instintos y cultura de especie, los niños nacen como una gelatina de vidrio, pendiente de moldear, a la espera de que la cultura y valores de su familia y, posteriormente, de su entorno los vayan configurando definitivamente.

La importancia de esta vertiente educativa y moldeadora del pensamiento del niño, particularmente durante el siglo XIX, quisieron apropiársela algunos de los estados de orientación comunista, para sus propios fines, intentando sustituir la familia por una especie de amor libre sin compromiso con los hijos que pasarían a su tutela. Pero, en términos generales, la familia tradicional y monógama se ha mantenido muy mayoritaria hasta nuestros días, donde está sufriendo una serie de vaivenes importantes que la afectan.

Por una parte: el estado del bienestar de las sociedades avanzadas se ha hecho cargo de una parte importante de las funciones de la familia: cuidado de personas mayores y educación gratuita a partir de los 2 años.

Por otra parte, la revolución de la mujer y su incorporación plena y generalizada al mundo laboral, ha producido un cambio rotundo en los roles de la pareja dentro de la familia, donde ambos padres acometen, o debieran acometer, en igualdad de condiciones y sin especialización por género, todas las funciones, obligaciones y compromisos necesarios para el funcionamiento de la misma.

El reconocimiento y respeto hacia todas las minorías de orientación sexual, o vocación monoparental, diferentes a la mayoritaria hetero, ha producido también, aunque probablemente es más en la apariencia que en el fondo, un menoscabo de la imagen de la familia tradicional. Que no de la familia en sí: porque se está evidenciando que más importante que los lazos de consanguineidad de la misma es el hecho de vivir juntos y afrontar conjuntamente un mismo destino trenzado a base de compromiso a largo plazo entre sus miembros. Como lo demuestra así mismo el auge de las familias con niños adoptados.

Paralelamente, se observa una presión cultural y mediática en contra de la familia, que tiene también una raíz económica y de consumo. La familia pasa por ser la más eficiente y austera unidad económica, por uso de espacios habitables comunes y de recursos utilizables por varias personas a un tiempo, que choca directamente con la tendencia al sobreconsumo, cuando no al despilfarro, al que se inclina a veces un capitalismo exagerado en busca de su ilimitado crecimiento. La proliferación de segundas y terceras familias, con necesidad de dobles y triples viviendas y la desorganización en el manejo de las relaciones con los “ex” de todo tipo, o la proliferación de formas de vida solteras para las que se necesitan prácticamente los mismos recursos que para toda una familia, evidencian esto que comento.

Pero no es todo lo anterior, ni cada una de sus partes ni todo en su conjunto, la mayor amenaza para la supervivencia de la familia tal y como la conocemos actualmente. El mayor peligro es, sin duda, el egocentrismo, el individualismo y la falta de compromiso a largo plazo que se extiende como una gran mancha de aceite entre los jóvenes. Lo primero, no hay compromiso a largo plazo entre ellos como pareja, más bien lo rehúyen sistemáticamente. Y, en los casos que lo hay, es a menudo para conjugar los dos individualismos de ambos miembros de la misma, sin que quepa espacio para destinar energía adicional y tiempo para crear, mantener y educar una prole. Como mucho, el instinto maternal de última hora está produciendo un solo hijo de padres mayores y desganados. Hablo mayormente de España, uno de los países con menor tasa de natalidad del mundo actualmente.

Yo lo atribuyo, principalmente, a un movimiento pendular que ya han registrado otras sociedades avanzadas como Francia o Suecia, donde de esta situación que vivimos en España se ha pasado a otra donde se prima las familias con 2 ó 3 hijos. Eso sí, apoyadas decididamente por el Estado, con políticas fiscales y de conciliación adecuadas. Porque, al fin y al cabo, si no hay compromiso con la familia, ¿cómo alguien puede esperar que lo haya con su ciudad o con su nación? ¿Tiene sentido un mundo de ciudadanos encapsulados todos ellos en su propia burbuja y ensimismados en sus propias entretelas?

En nuestro reciente libro “Soñadores – Aprende a materializar tus sueños” hemos entrevistado a 27 emprendedores, si hay alguien obsesionado con su proyecto personal ese es un emprendedor. Pues bien, a pesar de ello, la respuesta general de todos ellos ha sido poner en valor la familia como el bien más preciado.

Recuerdo lo que nos dijo un joven emprendedor de solo 26 años que es uno de los más punteros actualmente en el sector de las nuevas tecnologías y de la inteligencia artificial, Jorge Schnura: “Lo más importante en la vida es formar una familia y atreverse a depender de ella. Esto parece que no está de moda hoy en día: los jóvenes están centrados en ellos mismos, en ser independientes, ausentes de compromiso, pero es la dependencia de los demás y el compromiso, precisamente, lo que nos hace más humanos. Y vivir una vida plena”.

Así que, ese movimiento pendular que yo preveo ya está renaciendo en sectores de la juventud actual que se ven atraídos de nuevo por la familia que, como toda institución, también deberá mejorarse a sí misma, fomentando la autoestima, la justicia y el respeto de sus miembros, tanto entre la pareja como entre esta y sus hijos. Porque lo reconozcamos o no, la familia ha sido, y yo creo que sigue siendo, el gran empeño vital de todos nosotros. Ya nos lo avisó el gran literato francés André Maurois: “Sin una familia, el hombre se siente solo en el mundo, tiembla de frío”.

Y si lo que queremos es hacer un mundo mejor, la solución no ha de ser ir contra ella, como ya nos dejó dicho la gran Teresa de Calcuta: “Si quieres mejorar el mundo, ve a casa y ama a tu familia”. De amar, precisamente, va, en mi opinión, la cuestión clave de la supervivencia de la misma.

Escrito como artículo de opinión para Ibereonomía